
La Caída de AWS que Dejó al Mundo Sin Conexión
La mañana del lunes 20 de octubre de 2025 será recordada como uno de esos momentos en los que la fragilidad de nuestro mundo digital quedó al descubierto de la manera más dramática posible. Amazon Web Services (AWS), el gigante tecnológico que sostiene silenciosamente gran parte de Internet, se desplomó, arrastrando consigo a millones de usuarios, empresas, bancos y aplicaciones en una caída global que paralizó desde videojuegos hasta sistemas de pago.
La mitad de Internet se cayó, comentaban usuarios atónitos en redes sociales mientras veían cómo servicios esenciales de su vida diaria simplemente dejaban de funcionar. Y no era una exageración: desde el asistente virtual Alexa que no respondía a los comandos, hasta los datáfonos de supermercados españoles que no podían procesar pagos, pasando por millones de jugadores expulsados de Fortnite y Roblox.


El Epicentro del Desastre Digital
Todo comenzó alrededor de las 03:11 hora local del Este de Estados Unidos (aproximadamente las 08:40 hora peninsular española), cuando los sistemas de AWS empezaron a reportar «un aumento en las tasas de error y latencias» en múltiples servicios. El problema se localizó en la región US-EAST-1 de Virginia del Norte, uno de los centros de datos más grandes y estratégicos de Amazon, una verdadera arteria vital del Internet global.
¿El culprit? Amazon DynamoDB, un servicio de base de datos que gestiona millones de solicitudes por segundo para más de un millón de clientes. Según AWS, el fallo estaba relacionado con un problema de resolución DNS en el punto final de la API de DynamoDB, un error técnico aparentemente pequeño que desencadenó un efecto dominó devastador.
«Estamos investigando el aumento de las tasas de error y las latencias en varios servicios de AWS», informaba inicialmente la compañía con la típica jerga técnica que poco tranquilizaba a los millones de usuarios desesperados. Pasadas dos horas desde el inicio, AWS había contabilizado un total de 58 servicios de su plataforma afectados, con DynamoDB completamente interrumpido.
El Caos Global: De Fortnite a los Cajeros Automáticos


La lista de víctimas de esta caída digital es tan extensa que parece un inventario de todo lo que usamos en nuestra vida conectada. Snapchat, Duolingo, Fortnite, Roblox, Zoom, Canva, Perplexity, Signal, Coinbase, Robinhood, Prime Video y el propio Amazon… todos cayeron como fichas de dominó.
«Perplexity está caída en este momento. La causa es un problema de AWS. Estamos trabajando para resolverlo», tuiteaba Aravind Srinivas, CEO de la plataforma de inteligencia artificial Perplexity, visibilizando la impotencia de las empresas ante un fallo que escapaba completamente a su control.
Los videojuegos online fueron especialmente golpeados. Fortnite, Roblox, Clash Royale, Clash of Clans y Brawl Stars dejaron a millones de jugadores mirando pantallas de error en lugar de disfrutar de sus partidas matutinas. Incluso el club de fútbol inglés Tottenham Hotspur tuvo que avisar a sus aficionados que su sistema de boletos electrónicos estaba fuera de servicio.
España: El Día que Bizum y los Datáfonos Desaparecieron
Si la caída fue global, en España fue especialmente caótica. Bizum, el servicio de pagos móviles que usan millones de españoles a diario, quedó completamente inutilizado. Usuarios reportaban que las operaciones se quedaban colgadas o directamente mostraban mensajes de error y falta de conexión.
Pero lo más sorprendente fue el colapso del sistema de pagos físicos. Los datáfonos de comercios por todo el país dejaron de funcionar, imposibilitando pagos con tarjeta en supermercados, tiendas y restaurantes. La gente acudió desesperada a los cajeros automáticos para sacar efectivo, solo para descubrir que muchos de ellos tampoco funcionaban.
Bancos como BBVA, Santander, CaixaBank, Bankinter, Sabadell y Unicaja reportaron fallos en sus aplicaciones móviles y sistemas de pago. Ticketmaster tuvo que detener la venta de entradas para conciertos de Aitana y La Oreja de Van Gogh. Incluso los aparcamientos de los aeropuertos gestionados por Aena se vieron afectados.
Inicialmente, se especuló que estos problemas de pago estaban relacionados con la caída de AWS, pero Redsys, el mayor prestador de servicios de pago en España, confirmó más tarde que había sufrido una caída temporal independiente en su infraestructura de comunicaciones. Una casualidad sospechosa que multiplicó el caos en territorio español justo el mismo día que AWS colapsaba.
La Carrera Contrarreloj para Salvar Internet

Mientras el mundo digital ardía, los ingenieros de AWS trabajaban en «múltiples vías paralelas para acelerar la recuperación». La compañía tardó aproximadamente tres horas en identificar la causa raíz del problema y comenzar a implementar soluciones.
A las 5:27 hora local (más de dos horas después del inicio), AWS empezó a reportar «señales significativas de recuperación». «La mayoría de las solicitudes deberían estar funcionando ahora», anunciaba la empresa, aunque advertía que todavía quedaba una acumulación de solicitudes en cola por procesar.
Hacia las 6:30 de la mañana hora del Este, Amazon actualizó su tablero de estado afirmando que «la mayoría de las operaciones de servicio están funcionando con normalidad». Según el sitio Downdetector, que había registrado más de cuatro millones de reportes de problemas a nivel global solo esa mañana —más del doble de los 1,8 millones de reportes que recibe en un día laboral normal—, los incidentes empezaron a disminuir gradualmente.
La Vulnerabilidad de un Internet Centralizado

Este incidente volvió a poner sobre la mesa una verdad incómoda: el 90% de los datos europeos alojados en la nube están en manos de empresas estadounidenses. «Es una muestra de cómo dependemos de empresas que no son europeas. La mayoría de las compañías que gestionan la nube son norteamericanas y aquí seguimos sin tener un plan B», explicaba Sancho Lerena, CEO de la tecnológica española Pandora FMS.
AWS representa aproximadamente un tercio del mercado mundial de servicios en la nube, lo que significa que cuando esta infraestructura falla, los efectos son planetarios. Según la página Built With, más de 76,8 millones de webs utilizan los servicios de Amazon, de las cuales unas 200.000 se encuentran en España.
«Esto pasa porque muchas piezas invisibles de internet viven en AWS», explicaba Hervé Lambert, de Panda Security. «Por eso cuando esta plataforma cae, no se apaga sólo un servidor, sino que fallan servicios básicos de los que dependen webs, apps y redes sociales. Dejan de funcionar porque comparten la misma infraestructura y servicios base«.
El Fantasma de CrowdStrike Aún Ronda
La caída de AWS inevitablemente evocó recuerdos de otro desastre tecnológico reciente. En julio de 2024, una actualización defectuosa del software de ciberseguridad CrowdStrike paralizó vuelos y sistemas en todo el mundo, causando miles de millones de dólares en daños.
Aunque los incidentes tuvieron causas diferentes, ambos demostraron lo mismo: la interconexión de los sistemas tecnológicos globales representa un riesgo sistémico. Cuando una sola empresa o servicio falla, el efecto cascada puede ser catastrófico.
Patrick Burgess, especialista en ciberseguridad del BCS – The Chartered Institute for IT, señaló que este tipo de incidentes evidencian «la gran dependencia global de un puñado de proveedores de servicios en la nube».
Lecciones de un Lunes Gris Digital
Para los millones de usuarios afectados, la lección fue clara: no hay nada que puedan hacer cuando AWS se cae. Reiniciar el router, el ordenador o el móvil no sirve de nada cuando el problema está en los servidores centrales de Amazon. Las empresas y aplicaciones quedan «atadas» a esta infraestructura, completamente indefensas ante sus fallos.
Hervé Lambert lo resumió de manera contundente: cuando estas capas de infraestructura fallan y no hay arquitectura multiregión ni planes de contingencia, «toda la experiencia de cargar, entrar, pagar o publicar se cae en cascada».
Amazon Web Services ha confirmado que el problema subyacente ha sido «mitigado por completo» y que los servicios se están recuperando progresivamente. Pero el incidente dejó una pregunta flotando en el aire digital: ¿cuánto tiempo pasará hasta la próxima caída?
Porque en un mundo donde más de 200 servicios y millones de aplicaciones dependen de la infraestructura de AWS, la pregunta no es si volverá a ocurrir, sino cuándo. Y mientras Europa sigue sin desarrollar alternativas propias a las grandes nubes estadounidenses, seguiremos siendo espectadores impotentes cuando las arterias vitales de Internet decidan tomarse un descanso.
La realidad es que vivimos en un Internet más frágil de lo que creemos, sostenido por cables invisibles, centros de datos vulnerables y empresas tecnológicas que, por muy gigantes que sean, siguen siendo humanas en su capacidad de fallar. El lunes 20 de octubre de 2025 fue un recordatorio brutal de esa verdad.

