
Estaba en una transmisión en Vivo cuando todo pasó, Don Nico el héroe que denunciaba baches de la ciudad.
Guadalupe Casas, conocido cariñosamente como Don Nico, fue mucho más que el heladero de Urireo, Salvatierra, en Guanajuato. A los 39 años, este hombre trabajador había construido no solo un próspero negocio de helados, sino también una red de confianza y solidaridad que abarcaba toda su comunidad. Su trabajo diario iba más allá de vender helados: su verdadera vocación era servir a su comunidad y ser la voz de quienes necesitaban ser escuchados.
Un Líder Natural
Don Nico tenía una cualidad especial que lo distinguía: nunca esperaba que otros resolvieran los problemas de su pueblo. Siempre dispuesto a ayudar, se convirtió en un referente de unidad vecinal, organizando a sus vecinos para buscar mejoras reales en su entorno. Cuando veía baches en las calles o caminos dañados, no se limitaba a quejarse; convocaba reuniones, tocaba puertas y motivaba a la gente a unir fuerzas.
Su método era sencillo pero efectivo: utilizando su celular, Don Nico transmitía en vivo para mostrar los desafíos de su comunidad y convocar a la acción colectiva. Estas transmisiones se convirtieron en un punto de encuentro virtual donde los vecinos podían informarse, organizarse y aportar ideas. Con su característico carisma, lograba que la participación ciudadana fuera algo natural y esperanzador.
El Poder de la Acción Colectiva
Una y otra vez optó por liderar iniciativas como la reparación de caminos, recolectando fondos casa por casa y coordinando jornadas de trabajo comunitario. Su heladería se transformó en el centro de operaciones de múltiples proyectos vecinales, donde se planificaban mejoras y se celebraban los logros alcanzados. Don Nico demostró que cuando una comunidad se une bajo un liderazgo positivo, los obstáculos se vuelven oportunidades de crecimiento.
Su ejemplo motivó a muchos otros ciudadanos en Guanajuato y más allá, probando que el cambio social comienza desde abajo, con pequeños gestos de generosidad y compromiso constante. Familias que antes no se conocían comenzaron a trabajar juntas, jóvenes se involucraron en proyectos comunitarios, y el espíritu de colaboración se extendió como un efecto dominó positivo.
Un Legado Que Trasciende

Hoy, el mensaje de Don Nico sigue vivo, inspirando a cientos de personas en redes sociales y en su pueblo natal. Sus transmisiones se han convertido en un testimonio del poder de la organización ciudadana, y su historia ha llegado a comunidades lejanas que ahora replican su modelo de participación activa.
Su recuerdo es el de un ciudadano ejemplar que eligió construir, sumar y transformar en vez de quedarse de brazos cruzados. Don Nico será recordado como un hombre de corazón noble y espíritu incansable, que entendió que el verdadero progreso nace del compromiso individual con el bienestar colectivo.
En Urireo, su nombre continúa resonando con fuerza, recordándonos que cada persona tiene el poder de ser agente de cambio en su comunidad. Su legado nos enseña que la esperanza se construye día a día, con trabajo, dedicación y la certeza de que un futuro mejor es posible cuando trabajamos unidos.


